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Al cabo de unos minutos, la profesora regresa al aula y pide a los alumnos que le dejen ver las pruebas. Una tras otra, la señora Nolan ojea las series de caras y cruces anotadas por los estudiantes y distingue perfectamente los lanzamientos reales de los lanzamientos imaginarios. ¿Cómo es posible? – se preguntan los alumnos con cara de “pasmados”.
“En el verdadero lanzamiento de una moneda al aire”, explica, “encontraremos muchos tramos de monotonía: series de cinco caras y siete cruces seguidas”. Sin embargo, “en sus lanzamientos imaginarios, los estudiantes intentan compensar la ‘excesiva coincidencia’ con su intrínseca cautela, dando saltos hacia delante y hacia atrás, intercambiando frecuentemente las caras con las cruces”. Por eso, a la profesora le basta un vistazo para saber que aquellas series en las que hay una tanda de más de cinco caras o cruces seguidas no ha sido elaborada por la desconfiada mente de sus alumnos.
“La casualidad tiene un sello distintivo – escribe Angier - y, hasta que uno no se familiariza con su patrón, probablemente puede pensar que es más desordenada y azarosa de lo que es en realidad. Nolan sabe qué aspecto tiene en realidad el azar, y sabe que la gente suele sentirse incómoda pensado que algo no parece lo suficientemente azaroso”.
Graxias: Fogonazos
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