las personas existen
donde los corazones de hielo
sostienen el amanecer.
Aun camino,
pero es inercia lo que me lleva
de tu adios al mañana
ignorando tarde rojas,
pruebas vanas y holas.
Respiro,
pero es por respeto al aire,
desearía quebrar el viento
con las miradas de alguien.
Escribo esto,
para olvidar que no tengo con quien hablar
en este parque a las 10.30 de la mañana,
con el frío arañando mis brazos,
realidad que es vana cuando estoy lejos del ocaso.
Aun me queda tinta,
el examen ya acabó y no sé,
sé que hago aquí, el parque,
frío hace tiempo, sé,
sentado escribo palabras frías,
como la mañana, como la ayer,
donde comenzamos a respirar,
y ahora renegamos de las palabras que no estuvieron bien.
Muevo las manos y el sonido,
apuñalo la hoja blanca
y sólo me escucho en silencio,
escribo esto en mi cabeza
sobre los recuerdos que se han vuelto de piedra,
nadie escucha la sangre caer,
nadie ve la hoja en el piso,
nadie le habla al mendigo tendido,
alguien mira de reojo;
es un espejo roto en el piso.
La hoja sonríe y se levanta,
me pone de pie
y sin sonidos me habla,
me hace contar hasta cien,
"dibuja un círculo" dice;
comienzo a mover las manos, circular,
la tinta cubre las letras y las reescribe,
el círculo se hace pequeño, no visual,
el frío, el parque, el mendigo, la hoja se hacen uno;
el círculo en realidad era un punto
y todo lo escrito no fue real.