III: Mortandad y magia
Se le dio muerte,
pero antes;
Estaba aún en pie,
golpeando el viento con su respirar violento
a grandes bocanadas se aferraba al mundo
aunque el mundo lo soltara de a poco.
Fue terrible.
El hombre perdió en su rostro
rastro de humanidad
y en sus ojos
el don de mirar.
Dio pasos pocos e interminables
arrastrando sus harapos a través del campo,
los hacedores del dolor fueron amables
y le permitieron el llanto:
¡Llora infeliz
culmina tu día!
No hubo piedad.
Le fue quitada toda herramienta
al carpintero de las hojas
y golpeado hasta el núcleo,
fue atado a la desesperación
e insultado sin palabras.
Le fue ignorado su derecho a la sonrisa
y finalizado su castigo a estar a vivo.
Cuando la tarde enrojeció,
el débil fue llevado a la hoguera,
mil miradas cercenaban su orgullo,
mil llamas esperaban su carne,
mil minutos antes él tenía su mirada intacta.
Y ocurrió.
El maltrecho fue lanzado a la flama
y los gritos bañaron el dolor
con un cádiz de terror
que nadie supo entender
excepto el atormentado.
Cuando la noche apagó la tarde
y la lluvia el fuego,
el círculo de asesinos seguía espectando
creyendo haber acabado el mal.
Cuando me levanté y los vi mirando,
sólo les pregunté:
"¿Saben que un poema es eterno?
no muere con el tiempo".
El círculo del tiempo comenzó a girar,
de nuevo se alzaron y corrieron a atacarlo.
¿Saben cómo matar un poema?
Corrieron jadeando y respiraban ira, obviando el aire,
¿Saben cómo?
Cuando se le iba a dar muerte
yo comencé a terminar:
"Matando al poeta."
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Y Pedro Pablo Pico Pérez
frunció el cejo y me dijo animoso:
"Ahora yo te salvé
¿A qué poema te llevo?"
"A uno gracioso amigo,
en los dos anteriores casi morimos."
Y el mago
nos desapareció a los dos.
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2 Dudas, opiniones o reclamos:
Hola Yob.
Bonitas letras, original historia como siempre, me alegro de leerte. Un beso.
muy bonito =)
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