Historia - De un beso y un regreso

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Había una vez una chica. Era chica en verdad, su metro y cincuenta de estatura palidecía ante sus similares de 15 años que siempre la miraban por sobre el hombro, era de esas que se encerraban en su habitación para llorar, salen en las tardes para mirar desde la puerta y escriben en las noches para su único lector, ellas mismas. Era de esas a las que no vale la pena hablarle, a las que el espejo entristece, las que la balanza atormenta, en conclusión: las que se enamoran fácilmente.

Había en su comunidad un chico, no era tan chico en verdad, cuatro años delante de ella. Era de esos que las lectoras prefieren ver en vez de leer, de los que te saludan y tú respondes, los que caminan y tú les sigues con la mirada, los que sonríen y tú te enamoras.

Había una amistad de esas que nacen cuando la niñez no discrimina personas, de esas que unen polos opuestos, de esas amistades que acaban en amor. El joven buen mozo tenía de nombre Viajero y la niña despeinada era Eli; que fungían de amigos inseparables y protectores mutuos. La edad fue descubriéndolos más diferentes cada vez, mientras uno iba haciéndose amigo del espejo, la otra iba posando sus ojos sobre él, quizás pensando que la amistad se extendía más allá de un beso en la mejilla.

Hubo una vez un momento. Donde todo empezó. Fue un domingo, el padre de Eli le encomendó al joven traer una chaqueta olvidada en su casa para el frío que estaba arañando la piel. El joven se apresuró para no retrasarse del grupo rumbo a la iglesia. Dentro de la casa aún estaba Eli en la cocina, alistando algo antes de salir con ellos. Viajero era un tipo de sonrisa fácil para aquellos que sabían ganar su corazón, era un hombre honesto pero que tendía a equivocarse demasiado, no era un mentiroso pero lo era, porque las promesas no cumplidas se vuelven mentiras. Tuvo la mala fortuna de vivir la facilidad del querer y obviar el camino para aprender a amar, tal vez por eso veía en la amistad con su amiguita algo mágico, al haber sobrevivido más que todas sus relaciones juntas de amor. Ese domingo Eli vestía algo sencillo pero elegante, el sol entraba por la ventana y caía sobre su rostro, ella acababa de morder una jugosa manzana y tal vez por eso a él le pareció que sus labios brillaban. Aquel día ella se atrevió a echarse una loción carísima que le habían regalado, se atrevió a peinarse de otra manera, aquel día los relojes se detuvieron a las 12 del mediodía cuando Viajero vio a la Eli más hermosa de su vida y dijo: "Dame un beso". Ella derretida por el sol o tal por sus palabras, accedió a amarlo con pasión por un segundo... que le duraría toda la vida. Pero dudó. Pero se fue a paso lento. Pero él gritó: "¿Eres una gallina?". Y ella regresó. Y ellos se besaron. Aquel domingo que sólo uno de los dos recordaría con nostalgia.

Hubo una vez una relación. Meses después del primer beso, llegó el último. Ella amó sus mares y lloró sus momentos, entregada al dolor veía el mundo del color que le daba la gana. El mundo golpea, ella odiaba. Él le enseñó a besar, a querer, a sonreir. El mundo te sonríe, tú amas. Pero él la abandonaba a su suerte cada vez que encontraba algo mejor. Para regresar cada vez que necesitaba consuelo. Él regresó una tarde de verano, con el sol dándole en la cara de la misma forma que a ella aquel domingo, esta vez ella posaba sobre sus pecho un escote humilde y él venía de una de sus derrotas dispuesto a regresarse una victoria. Ella lo miró con desdén, él la miró con hambre. Ella era una chica inteligente, no parecía de su edad, responsable, educada y  tímida. Su cuerpo había evolucionado sin permiso y no sabía qué pasaba en su corazón, a veces es fácil amarrarse a un árbol de espinas, cuando la marea te arrastra y no hay de donde cogerse. A su soledad le sumó un Viajero y a su regreso sumó un beso. Esta vez no fue la magia del momento, esta vez fue la burla del destino.

Hubo una vez un final. Muchos adioses siguieron a aquel inicio, muchos besos continuaron reconciliando rencores, muchas mujeres conoció Viajero, muchas formas de amar conoció Eli, pero siempre al mismo hombre. Ella sabía que no importando cuántas veces se fuera él, su regreso era inminente, obviando esos momentos de soledad, ella hilaba sólo los segundos que con él compartía, fingiendo una historia que nunca existió, excepto en la memoria que se encargó de llevar al futuro. En uno de aquellos regresos que carcomían el corazón de la eterna vigía de la esperas, él le pidió que ella esconda su alma, porque aquel día no venía por un beso, venía por su cuerpo.

Hubo un punto. Años más tarde escribiendo cosas en la arena, se mojó frío los pies, sonriendo sin saber por qué. Alzó la vista y el sol le cerró los ojos, al abrirlos, la playa estaba vacía. Solo un auto negro esperaba por ella a unos cuantos metros, cogió sus lentes oscuros, sus hojitas y un lápiz. Alguien bajó del auto y ella caminó hacia él, diciendo: "Acabé la historia". El caballero sin corbata atinó a decir observando de reojo la hojitas: "Recuerdos de nuevo". Ella entró en el auto y aún sabiendo que este era su mejor momento, saboreó en la sal de las olas que llegaba con el viento... un beso. Su cuerpo tiritó por el frío y recordando brazos ajenos. El caballero entró en el auto y la miró sonriendo, pero no atinó a decirle nada, porque era un recuerdo ajeno a él. Así que arrancó el auto y se hundió en la tarde.

Porque el primer beso sólo nos indica el inicio.
Habrá que esperar... cuándo será el próximo regreso.
Así sea en recuerdos.

3 Dudas, opiniones o reclamos:

Yenny dijo...

:O
esa imagen!!
cuando recien conocí al chico del que me enamoré, vivía su pasado a través de esa pintura.
y la verdad, tu historia me recuerda a él, a pesar que no sabía besar y que nunca volvió, porque era un maricón que aunque le grites que le amas, prefería llorarle a su soledad.

y esa imagen, sale en un libro que estoy leyendo (Y que aún no puedo terminar), de un escritor que me gusta mucho: José Donoso, el jardín de al lado. en donde la gente finge amar.

y con resecto a tu final ¿besos de inicios? ¿y para no esperar es mejor no besar?
los recuerdos ya no son la realidad.

Yobber Gut Vas dijo...

Me encantó tu comentario, porque sacaste a relucir cosas que estaban muy intrincadas en mis historia, cosas que no conté pero quizá inconcientemente descubriste. Por ejemplo te recordó a tu historia y a ese maricón porque yo fui alguien así... pero a diferencia de él... la chica que me gritaba TE AMO y de la que me alejé... en realidad mentía, algo que no quiso decir nunca. Por eso se lo dije yo.

Yo creo Amaranta que tu historia empieza, eres muy realista y tienes el talento para escribirte un buen final, narrarte una buena vida y ya terminando este prólogo amargo que solo sirve de antesala para lo que viene. Suena a consejo motivador, pero como dije; es solo el recuerdo que tengo de mi.

Los recuerdos son la prueba de que ayer respiramos. No sirven para nada más. Hoy toca respirar de nuevo.

Yenny dijo...

=)
suspiro

gracias
(y por suerte, las palabras se forman con aire)

 
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