El reloj me mira mal
se burla de como me arrastro
a traves de sus segundos
sin tener el coraje de mirar
lo que ha pasado
en mi mundo.
El tic tac comienza
y yo me aturdo
sin saber que hacer
así que duermo la conciencia
y me vuelvo absurdo
como antes.
El primer minuto se cumple
y yo he regresado a mi ayer
buscando una solución
la que siempre supe
pero pude olvidar por temor.
Recorro las horas
y busco una sonrisa
pero ya hace tanto me rendí
que no sé si exista ahora
esa vida
que alguna vez vi.
El día me absorbe
y viajos a través de semanas
obviando el observar
pues sólo me dedico en recordar el nombre
de la sonrisa olvidada
que ahora me toca amar.
Llega el año
y me encuentra sucio en el piso
ladrando palabras
que no hacen daño
pues afirman que no es estaré vivo
cuando llegue la mañana.
Suspiro y sonrío,
las luces se apagan
-por un segundo te amé-
recuerdo que puedo estar vivo
y que lo puedo estar mañana
si ya lo he estado ayer.
Los relojes se congelan en aquel segundo
que simula ser el de aquel entonces
y yo sonrío fingiendo aquella felicidad
pero un reloj negro invierte su curso
y me hace retroceder en vez de avanzar.
El resto indignado vuelve a moverse
y retroceden su marcha,
vuelvo a los meses de soledad
con sus semanas inertes
fingiendo amar
corazones de metal.
Regreso a días de ira y olvido
donde yo era el malvado
y los relojes me miran mal,
pues ven lo vivido
en un engañoso pasado
donde no merezco hablar.
Los relojes se detienen en el segundo más doloroso de mi vida donde la lágrima se extiende como la luz a través de un prisma en un número infinito de muertes,
robándose los versos y el resto de segundos
y yo me abandono a mi suerte
mientras la rebelión de relojes decide mi futuro.
Tic tac,
la barba me llega hasta al pecho,
mis ojos dormidos me hacen ver borroso
el bastón se me resbala y caigo
el suelo está frío y a nadie le interesa
la gente camina siguiendo su propio ritmo
y un anciano en el piso es un mendigo
así que suspiro y viendo mi reloj marcar las 25 horas
desmayo y anhelo que el paraiso sea ese segundo
que perdí por mi arrogancia
pronuncio esa palabra de cuatro letras
y muero por convicción
a los relojes que perdí
en plena rebelión.
se burla de como me arrastro
a traves de sus segundos
sin tener el coraje de mirar
lo que ha pasado
en mi mundo.
El tic tac comienza
y yo me aturdo
sin saber que hacer
así que duermo la conciencia
y me vuelvo absurdo
como antes.
El primer minuto se cumple
y yo he regresado a mi ayer
buscando una solución
la que siempre supe
pero pude olvidar por temor.
Recorro las horas
y busco una sonrisa
pero ya hace tanto me rendí
que no sé si exista ahora
esa vida
que alguna vez vi.
El día me absorbe
y viajos a través de semanas
obviando el observar
pues sólo me dedico en recordar el nombre
de la sonrisa olvidada
que ahora me toca amar.
Llega el año
y me encuentra sucio en el piso
ladrando palabras
que no hacen daño
pues afirman que no es estaré vivo
cuando llegue la mañana.
Suspiro y sonrío,
las luces se apagan
-por un segundo te amé-
recuerdo que puedo estar vivo
y que lo puedo estar mañana
si ya lo he estado ayer.
Los relojes se congelan en aquel segundo
que simula ser el de aquel entonces
y yo sonrío fingiendo aquella felicidad
pero un reloj negro invierte su curso
y me hace retroceder en vez de avanzar.
El resto indignado vuelve a moverse
y retroceden su marcha,
vuelvo a los meses de soledad
con sus semanas inertes
fingiendo amar
corazones de metal.
Regreso a días de ira y olvido
donde yo era el malvado
y los relojes me miran mal,
pues ven lo vivido
en un engañoso pasado
donde no merezco hablar.
Los relojes se detienen en el segundo más doloroso de mi vida donde la lágrima se extiende como la luz a través de un prisma en un número infinito de muertes,
robándose los versos y el resto de segundos
y yo me abandono a mi suerte
mientras la rebelión de relojes decide mi futuro.
Tic tac,
la barba me llega hasta al pecho,
mis ojos dormidos me hacen ver borroso
el bastón se me resbala y caigo
el suelo está frío y a nadie le interesa
la gente camina siguiendo su propio ritmo
y un anciano en el piso es un mendigo
así que suspiro y viendo mi reloj marcar las 25 horas
desmayo y anhelo que el paraiso sea ese segundo
que perdí por mi arrogancia
pronuncio esa palabra de cuatro letras
y muero por convicción
a los relojes que perdí
en plena rebelión.
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